MENSAJE DÍA DEL MAESTRO
RECTOR ADALBERTO A. CALDERÓN TRUJILLO
Muy buenas noches Queridas Maestras y Queridos Maestros.
¡Qué gusto reencontrarnos una vez más en una celebración con motivo del Día del Maestro!
La verdad me emociona ver a nuestros maestras y maestros fundadores, y que ustedes lo saben muy bien, han sido y son parte esencial del crecimiento de nuestra Universidad Tecnológica.
En estos años hemos conformado un gran equipo de trabajo interdisciplinario, sensible y con una gran calidad humana. Sin duda, una planta docente con vasta experiencia, pero también con profesores jóvenes que día a día le imprimen frescura a su labor en las aulas.
Por eso, este homenaje que hemos preparado con mucho cariño y respeto para ustedes, significa la oportunidad inmejorable para que todos refrendemos lazos de amistad y de reconocimiento a su vocación de enseñanza y formación de nuestros de jóvenes estudiantes.
El Día del Maestro, es el Día del Apóstol del conocimiento. Porque de la educación de los hijos del país, depende su desarrollo y voluntad de cambio.
La sabiduría del maestro descansa en su visión integral de la vida.
Cabe recordar que por las manos del maestro pasan profesionales de todas las especialidades.
Valga esta cita para hacer un reconocimiento especial a los maestros de todo el país: de todos los rincones, sobre todo para aquellos que enseñan venciendo y desafiando el flagelo de los climas y otras calamidades.
Valga la oportunidad para comprender y trabajar por la gran unidad que debe darse entre la escuela, la universidad y la comunidad, vía hacia una integración.
Un maestro, es un sembrador de eternidad.
Un ser que da, que siempre da, que no se cansa de dar.
Un ser qué dando, vive, y no sólo existe.
Aquél que educa, forma y forja para la vida, más allá del fluir de los tiempos.
Dos tipos hay de educación:
- La que enseña a ganarte la vida.
- Y la que te enseña a vivir.
Ya lo decía el doctor Ignacio Chávez: “Si los alumnos son la esencia vital de la Universidad, los maestros son su espíritu creador”.
Así lo refería don Ignacio Chávez: “yo no sé si la vida es verdad o mentira, pero está hecha de dolor; y la ciencia, y el arte, y el saber, nada valen si no los baña el resplandor de las cuatro letras –como cuatro rayos– de la honda palabra amor”.
En materia profesional, necesitamos formar hombres de hoy.
Con la ciencia y la técnica de hoy.
No con la de ayer.
Hombres que entiendan que más importante que el saber en sí, es conocer el camino de acrecentarlo y rectificarlo.
Convencernos de que la cultura no es sólo un saber, sino un saber aprender, un saber juzgar, un saber resolver.
Convencernos de que no hay enseñanza que se renueve, sin investigación que la fecunde.
De que no hay Universidad que lo sea, si sólo es repetidora de doctrinas ajenas, y no creadora de nuevas verdades.
Transformar la educación significa modernizarla y adecuarla, tanto a las exigencias de los conocimientos actuales, como a las necesidades del país.
Nos reiteraba el doctor Chávez que: “Si México ha de contar un día en el mundo del pensamiento, no ha de ser por la ciencia que importe, ni siquiera por la cultura que asimile. Ha de ser por la que produzca, por la que cree, por el acento original que ponga en el concierto de las ideas”.
Y en el mismo grado que el afianzamiento académico y científico, mucho nos importa el aseguramiento del sentido ético en el proceso enseñanza aprendizaje. Y mucho confío en ustedes, en la excelencia y prestigio de nuestra planta docente.
No debemos olvidar que ustedes, queridos maestros, junto a nuestros alumnos, son los principales pilares de nuestra Universidad. La razón de ser de nuestra institución.
Gracias a ustedes, a su desempeño siempre tan profesional y humano, nuestra Institución goza del reconocimiento de las familias sonorenses.
Somos una Universidad que ha demostrado su liderazgo en la apertura y puesta en marcha de programas educativos innovadores.
Asimismo, hasta el día de hoy nuestra planta docente está integrada por 253 maestros, entre profesores de tiempo completo, basificados y de asignatura.
Por ello, nuestro reconocimiento, agradecimiento y admiración en este día tan especial para todos nosotros.
Los invito a seguir involucrándose y vinculando a sus alumnos en todas aquellas actividades académicas, científicas, culturales, deportivas y artísticas que organiza nuestra Institución.
Seamos solidarios entre nosotros.
Tengamos siempre presente que todo lo hacemos pensando en nuestros alumnos.
Lo que aprendan nuestros muchachos fuera de su salón de clases, ya sea en una conferencia, en un concurso, en una competencia deportiva, o en una disciplina artística, estarán de acuerdo conmigo, fomenta la educación integral que tanto deseamos obtengan nuestros jóvenes en su paso por nuestra Universidad.
Una educación integral, una formación humanista, donde atesoremos aquellos valores como la honestidad, la disciplina, la solidaridad y la perseverancia.
Yo creo que todos coincidimos en que es una gran área de oportunidad que debemos seguir impulsando de manera conjunta y corresponsable.
Estimado Maestros y Maestras:
Tenemos un gran reto por delante, y es lograr que nuestras generaciones continúen egresando con un nivel académico satisfactorio y de calidad.
Tengamos siempre presente que la verdadera función de la educación es formar buenos ciudadanos comprometidos con su familia y con su comunidad.
La educación, recuerden, nos define como seres humanos.
La buena educación, nos dice Fernando Savater, es la lucha contra la fatalidad, la lucha contra esa fatalidad que hace que el hijo del pobre siempre tenga que ser pobre, y que el hijo del ignorante siempre tenga que ser ignorante, la buena educación es luchar contra esa fatalidad, romper esa fatalidad y hacer que los hijos puedan ser mejores.
Y nos advierte: Nadie nunca se queda sin ser educado, el problema es quién lo va a educar. Si la sociedad no está educada lo pagaremos todos. Por eso, lo que necesitamos son maestros, porque el mundo abunda más en genios que en maestros.
Es cierto, necesitamos Maestros y Maestras como ustedes, que sepan orientar a sus alumnos.
Que despierten en ellos el deseo de aprender más, a no conformarse con lo aprendido hasta ahora.
Necesitamos Maestros que motiven a leer a sus alumnos por gusto, por placer y no por obligación.
Necesitamos Maestros que incentiven la creatividad, que marquen la ruta a sus estudiantes para que generen sus propias ideas y no repitan las de otros.
Queridos Maestros y Maestras:
Una vez más los felicitamos por su entrega y dedicación.
No sentimos muy orgullosos de ustedes.
Por eso, los invito a que sigamos trabajando en equipo.
A que sigamos haciendo grande a nuestra querida UTH.
Sigan inspirando a nuestra comunidad universitaria.
Porque no hay ninguna duda, la educación encierra un tesoro, como bien afirmaba el pensador francés Jacques Delors.
¡Muchas Gracias!
¡Dios los Bendiga siempre!